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Mostrando entradas de 2024

A veces me sorprende haber llegado a vieja

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A veces me sorprende haber llegado a ser adulto, pienso, mientras revuelvo lento pero con ansia cuadritos de gelatina de colores. Llega una edad en que el ritmo del cuerpo no acompasa con el de la mente. El tiempo de mi cuerpo trae retraso todos los días y mi mente por el contrario chispea curiosidad y deseo.  Pongo música. Mis viejas caderas aún guardan buen compás. Aunque seguramente si me veo en el espejo me sentiré ridícula. Hace mucho que decidí utilizar poco esos burlones objetos. Me distorsionan. ¿Qué es más importante, cómo me veo o cómo me siento? Y yo me siento una jovencita, con piernas torneadas, senos firmes, pezones rosados, un vientre plano y cintura de avispa. A pesar de que por alguna razón que no quiero detenerme a comprender, la talla de mis pantalones digan otra cosa. ¡Son tontos! Me visto cada día con los colores que mis neblinosos ojos desean ver. Así, soy un arcoíris, una mañana soleada, un día de playa, una feria, la lotería, el inicio de la primavera. S

El paraíso prometido

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“Bienaventurados los que sufren porque de ellos será el Reino de los cielos. “  El calor indecente de mediados de Julio sube como lengua de fuego desde la planta de los pies, abrasa las piernas, quema las axilas hasta convertirse en aire infernal que revolotea caliente anunciando el arranque de la canícula. Los labios se deshidratan, se parten. Los orificios de la nariz arden al intentar respirar. La desolación apostada en el paisaje y en la vida cruje con resequedad, se quiebra. El alma pesa más en verano, se hincha como sapo, estorba.  Las rodillas clavadas en el duro reclinatorio. Rosario con el libro de oraciones entre las manos, sustentando en ese pequeño objeto la fe de dejar atrás su profunda tristeza y hallar consuelo a los pies de su Dios de la Misericordia. Muchos años con el corazón lleno de pesadumbre como orinal sin vaciar, un corazón que le apesta y la pudre por dentro. Nadie con quien desahogar las lágrimas atascadas en el pecho.  “Bueno le es al hombre llevar el yugo de

La sábana

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  Hoy no tengo ganas de ser amable. Para colmo se me perdió una sábana el sábado por la mañana y ahora debo retomar su búsqueda. Mis frustraciones son amigas de mi casa. Me ponen a ordenar cosas. Es mi manera neurótica de calmar la mente cuando está en bullicio.   Pero ordenar como consecuencia de estar buscando no me da la misma sensación de armonía. Es como tener dos caos al mismo tiempo. Se vuelve una actividad enredada, donde busco, no encuentro lo que busco, ordeno lo que encuentro que no busco, sigo buscando, sigo encontrando cosas que no quiero, me detengo a ver si las quiero o no las quiero, si las tiro, las regalo o las guardo, y en ese frenesí de abrir y cerrar cajones, se va volviendo más y más desordenado mi ser y mi micro mundo.   La sábana es de cajón, o sea la que tiene elástico y cubre el colchón ¿dónde puede estar? Al principio pensé que no podía estar lejos de la sábana de taparse y de las fundas de las almohadas, porque eso sí está, y no hay lógica que es

Diccionario de manjares y otros placeres

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[Agasajo] Mis manos comiendo tus memorias. [Artesana] La que de placeres teje la vida. [Descaro]  Dejar caer mi bata mientras me miras. [Distancia] Espacio que genera fantasía.  [Nostalgia] Recuerdo del tenue olor a sexos combinados.  [Puerco] El sexo bien hecho.  [Sed] De mis dedos recordando tu boca hambrienta. [Sexo] El sublime acto de conocernos a través del cuerpo. [Soez] El deseo de tus dedos. [Soledad] Desconocidos bailando una vida en común.  [Somos] Proyecto en edición.