A veces me sorprende haber llegado a vieja
A veces me sorprende haber llegado a ser adulto, pienso, mientras revuelvo lento pero con ansia cuadritos de gelatina de colores. Llega una edad en que el ritmo del cuerpo no acompasa con el de la mente. El tiempo de mi cuerpo trae retraso todos los días y mi mente por el contrario chispea curiosidad y deseo. Pongo música. Mis viejas caderas aún guardan buen compás. Aunque seguramente si me veo en el espejo me sentiré ridícula. Hace mucho que decidí utilizar poco esos burlones objetos. Me distorsionan. ¿Qué es más importante, cómo me veo o cómo me siento? Y yo me siento una jovencita, con piernas torneadas, senos firmes, pezones rosados, un vientre plano y cintura de avispa. A pesar de que por alguna razón que no quiero detenerme a comprender, la talla de mis pantalones digan otra cosa. ¡Son tontos! Me visto cada día con los colores que mis neblinosos ojos desean ver. Así, soy un arcoíris, una mañana soleada, un día de playa, una feria, la lotería, el inicio de la primavera. S