¿Qué le pasó a este hogar de colores, que siendo hermoso, se me desdibujó en la mirada? ¿Fue a caso el deslumbro de luz y verde del otro hogar? ¿Volverán mis ojos a equilibrar amores, o la casa que un día fue de colores está destinada a ser refugio relegado a la suplencia?
Los dedos suplican escribir, la lengua se mueve como serpiente venenosa, pero todo duele, mucho, hondo, hueco, y me detengo y me contengo y aprieto los puños hasta enterrarme las uñas en el interior de las palmas de las manos y en el interior del alma, a ver si así, éstas estúpidas ganas cesan y me olvido que sé hablar, pensar, sentir. Y me olvido que alguna vez conocí las palabras y entre ellas un ingrato: te amo.