Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2013

Urge que no me urge

Aún ante el más ínfimo e inocente pensamiento de ti, no puedo evitar que el caribe se me instale entre las piernas, cálido, húmedo, ardoroso. Y es que pareciera que a mí todo me urge cuando se trata de estar contigo. Me urge sentir tus labios con los míos, sentir que bajen y se escurren hasta el infinito. Colorido. Profundo. Escurrido. Tu mar conmigo. Me urge romper las olas y sentirte en mi ombligo. Tu lengua serpenteando mares y mares en mi lengua abrigo. Urge y no urge nada. Deseos que nada urgen y ganas que todo lo apuran. Y cuando al fin contemple, tu espalda cansada sobre la playa de sábanas, urge que el tiempo no apremie, que no pase nada, que todo se quede entre la arena blanca.

La vida en la palma de tu mano

Recorrer con la yema de mi dedo cada línea de vida marcada en la palma de tu mano, paso a paso, despacio, viviéndolas todas. Recorrer las playas, los bosques y las banquetas, tomada de tu mano, una vida, un instante. Vivir en tu mirada y desear más tiempo. Tiempo para acompañarnos a vivirnos por dentro. Probarnos los rincones y en cada rincón probarnos, hacer de nuestros días momentos. Momentos infinitos, de esos que duran un segundo eterno.

Fantasía

Y si la humedad de mi tinta se secara sin poder terminar de escribir nuestra historia en tu espalda,        [¿qué me quedaría?]                     ­­­­— Mi lengua, mis dedos o nada. Si de tanto desearte y aguardarte sin tocarte se me secan las ganas tatuadas en mi pecho,       [¿qué quedará de ti?]                       Si eres sólo fantasía. Te hice mar a partir de unas pocas gotas y mundo con medio amanecer,       entonces fuiste mi cielo rojo, mi luna llena, mi flor de abril                        [ Aunque en invierno te piense.] ¿Qué es de este corazón mío sin el calor de las ilusiones?         [sólo una pieza de relojería que me mantiene viva]                       —Y yo no quiero vivir sólo porque mi corazón sigue latiendo.  ¿Acaso morir de amor, no es una forma de vivir intenso?

Solo a veces

A veces temo que mi vida sea sólo un cúmulo de aventuras. A veces temo que deje de serlo y se convierta en sólo una vida, de esas que duran muchos días hasta la muerte. A veces juego a ser diosa y otras a ser mortal. Aunque enamorarse duela, porque también se goza. A veces, quisiera poseerte y otras ser tuya. Recordando la frase, que más recibe el que más da. A veces no creo en eso. A veces quisiera cambiarme la personalidad y de paso la moralidad y cobrar por cada beso. Así, si el corazón se rompe, que quede el consuelo de haber hecho negocio. A veces digo tonterías y otras tantas digo pendejadas. Pero sólo a veces.

Algun momento

Tengo miedo que la noche de la vida me llegue mientras duermo, sin haber podido probar si sabes como en mis sueños. A cielo, a tierra húmeda, a mar sin miedo. En mis sueños sabes a vida, a arcoíris y a sol sin prisas. Quiero tener tiempo y por eso no duermo, esperando que el día, te traiga en algún momento. Momento que se vuelva infinito, aunque sea solo un encuentro.

Almas en llamas

Me deleito en tu mirada aparentemente endurecida por los años. Y me agasajo en derretirla al compás del sonido de mis labios.  Te tomo de la mano y te atraigo hacia mí. Te dejas llevar como un crío confiado a sabiendas que mis besos suavizarán tus heridas.  Apenas sonríes y tus ojos se entornan cariñosos.  Despejo tu cuerpo de vestiduras y ataduras de otras vidas. Mis manos recorren tus cabellos y mis labios saborean la dulzura de tu pecho. Deleite. Invitándote a dejarte querer.  Es el cuerpo el que despierto, el que desnudo, pero es tu alma la que se endulza, la que se entrega. Suavemente, tus manos recorren mi espalda, embalsamándonos caricias que huelen a deseo.  Me gustan los halagos que con tu lengua zalamera anotas en mi vientre. Las historias que no dices, pero pronuncias en diferentes lenguas justo en medio de mis piernas.  Mi sexo habla en medio de suaves jadeos, que tu respiración entrecortada acompaña en un dialogo que se me antoja eterno. Los cuerpos nos res

Desayunándome en la cama

Despierto. Entre mis manos, una taza grande con café caliente que se acomoda a la temperatura de mi cuerpo. Mi lengua sintiendo la aterciopelada bebida recorrerme la boca, evocando recuerdos de tus fluidos, de tus sabores. Mi cuerpo trémulo del repaso de tu cuerpo, delicioso, sobre todo cuando se tumba desvanecido de placer, exhausto. Lo revivo como si fuera apenas hace un minuto que te marchaste. Se me despiertan las ganas de saciarte y saciarme y no sé por dónde empezar. Mis manos escrutan mi cuerpo buscando cenizas de tu presencia con que empezar el fuego. Me caliento las piernas acariciándolas suavemente, sintiendo la delicadeza de mi piel. Ascendiendo poco a poco por entre mis muslos y mi vientre se contrae. Ansioso. Me tumbo un poco, poniéndome cómoda. Con mis manos, llego al borde de mi sexo, que comienza a palpitar, cuando aún mis dedos no lo acarician. Pero lo desean. Me abro los labios con ambas manos, dejando que el botón de mi clítoris se exponga frondo

Fiestas de primavera

Sentada bajo la sombra de unas ramas, las hojas de mis miedos secas están. Vacío que no da miedo,  tierra fértil para arar. Corazones que alguna vez fueron rotos,  hoy no recuerdan cicatriz. Esperanza asoleada de amores nuevos,  abrigo brindan. Brazos que se extienden para recibir, cuerpos listos para un festín. Dos existencias trenzándose en un tiempo, que de sólo serlo, es ya eterno.

Lo ladino del destino

Suéñame despierto y víveme en tus sueños, que así la fantasía no se acabará ni en mil y una noches . Se lo dejé escrito en el espejo del baño antes de irme. Tenía miedo de enamorarme, pero rara vez se da uno cuenta de que ya es demasiado tarde, hasta que el corazón te estalla de extrañar Confieso. Que yo solo quería jugar a extrañarlo. Fantasear con verme suya y pregonar al viento que era mío. ¿Pero quién puede contra el destino? Y el destino, nos traía de encargo desde que nacimos. Por años había podido burlar su escolta, hablo por mí. Pero justo cuando más seguro te sientes que ya cupido no te pisa los pasos, te lo encuentras mirándote de frente y burlándose como niño travieso en tu cara. Divertido. ¡Qué alguien me explique en dónde se colocan las quejas de amor! Porque de amor nadie se muere, dice el tango, pero te sientes como en el cadalso. ¡Un poquito de compasión!, aclama la voz de mi alma, que no guarda calma, desde que se cruzó con tu voz. Y aquí estoy, p

Caricias rudas

Dejo la puerta abierta por si llegas, me encuentres entretenida con lo que te a ti te gusta entretener. Mi cuerpo no está en calma, necesita más que tus besos. Hoy no quiero tus manos suaves, ni tus labios dulces. Mi piel grita por caricias rudas, toscas, groseras, que me arrastren hasta el exceso. Pasiones bautizadas de rabia, deseos marcados en mi piel palpitante, dedos que arañan y me hacen sentir viva. Te desvistes mientras me observas. Todos tus sentidos despiertos. Tu mano me sujeta, empujándome hasta ti. Toda tu virilidad la clavas de una sola vez en mi vientre, avivándolo, encendiéndolo. Mi cuerpo acompasado a cada uno de tus movimientos que comienzan lentos y se vuelven cada vez más acelerados. Mi cuello torcido hacia ti. Estiras mi cabello con fuerza. La quijada tensa. El cuerpo entregado. Se me descompone la cara de tanto placer. Gritos, gemidos y lamentos que saben a gloria. Y tú, hundido en tu tarea de embestirme hasta venirme. Líquidos

Querer es lo mío

Te pienso en absoluto silencio, mientras mis recuerdos de ti, gimen cada uno de nuestros encuentros. Un saxofón en alguna calle, por no sé dónde, suena de música de fondo en mi cabeza. Cuánta dichosa melancolía. Revivo cuando escribías deseos sobre mi cuerpo y yo te los  cumplía. Caprichos como quimeras. Delicias vividas. Fui tu cama, tu paz, tu remanso, tu día en la noche y tu madrugada sin dormir. Me prometías eternidades que nunca te pedí. Yo solo quería ser tu fantasía consumada, tu promesa sin cumplir. Un día, un mes, un año. El tiempo es tan relativo. De que me sirve tenerte a mi lado como rutina de desayuno y como cuentas por pagar. Obligación no quiero. Querer es lo mío. Acaso no es la vida, solo un deseo por vivir. 

Espiar

Espiar, como lo hacen los desconocidos. Buscando encontrar lo que no hemos reconocido. Intimidades por el ojo de un cerrojo, que abren la imaginación a los antojos. Tocarme sin saberme observada. Escucharme gemir sin que puedas tocarme. La bendita gracia del anonimato. Autorretrato de todo lo que nos parece prohibido, a veces hasta indebido y que tanto nos atrapa. Piernas abiertas en puertas cerradas. Deseos descubiertos ante miradas extrañas. Espiar. El placer y el secreto de todos. Curiosidad innata de nuestras almas. Reconocernos en el otro a escondidas. Jugar a hurtadillas a revelarnos en otro. Espiar, por deseo, por casualidad o por saber. Espiarnos sin querer. 

Vestida de arte

Los domingos me vestiré de arte para que vengas a visitarme como parte de tu cultura. Seré un día tu musa y otro día, un cuadro de tu exposición. Deseando de vez en diario ser escultura, esculpida y disfrutada por tus manos. Por las tardes, cuando esté nublado, pintura al oleo, dibujada por tu pincel.  Y en los días de sol y lluvia, un arcoíris bajo tu piel.  Acaríciame con cada uno de los sentidos o solo admírame. Soy tuya aunque no sea tu obra. Soy tu obra aunque sea del mundo. 

Ya yo sabía

Y así, simplemente desapareciste, sin dejar huella de la existencia de un nosotros, por más inocente o indecente que fuera. Ya yo sabía, mi corazón mundano me lo decía. Tanta música en tus palabras, me confundía, pero era solo el corazón que con ilusión adolescente se engañaba. Sabiendo sin ganas de saber. Ya sabía, que de existir no aparecerías así. Enigmático y carismático. Tan nocturno. Se veía venir y no veía, hasta que con una pared en blanco me topé. No más música, ni trompetas, ni caricias. No más promesas. Pensé que dolería, pero yo sabía que tampoco eso sentiría. 

Bajo el mismo cielo

Si esperamos la lluvia para besarnos, perdemos el tiempo. Hagamos lluvia con nuestros cuerpos y mojemos el cielo. Orgasmos regalemos al universo, que el mundo está hambriento de un poco de gloria. Rindamos al cielo, bajo el que nos tocó nacer, uniendo nuestros cuerpos para renacer. Que sean baile los latidos, aderezados de fluidos, cantados de tanto besar. Almas cargadas de gemidos que endulcen los oídos de quien nos quiera escuchar. Bajo el mismo cielo, nos tocó caminar. Tócame y déjate tocar. 

Por placer

En cuatro me pongo a tus pies. Porque quiero, por placer. Descarada te muevo las nalgas, mientras recorro a gatas el cuarto del hotel. Me acerco hasta ti. Despacito, mimosa. Y clavo mi mirada de gata en tus pupilas ávidas de mí. Ronroneo. Rozo mi mejilla en tu rodilla, dejándome acariciar suavemente. Juegos de poder y de placer que se entremezclan entre nosotros y que tanto nos excitan. Mi lengua se pasea por mis labios, humedeciéndolos, dándotelos a desear. Me tomas el rostro con firmeza, acercándome hasta ti y me los comes de un mordisco. De la misma manera tomas mis caderas y las pones frente a ti. Una nalgada, la señal del inicio de la noche.   Y mi espalda se arquea mostrándome más. Sexo duro y puro. ¡Gloria bendita! Tu pene erecto se apodera de mi sexo a placer. Sin juegos previos. A sabiendas que siempre estoy húmeda para ti. Mis gemidos hacen eco en tu silencio. Te excitan y te arrebatan a seguir. Con fuerza

Manifiesto

Mi boca no quiere pronunciar tu nombre, solo te sabe desear. Me guardo el eco de tus canciones, para cuando te quiera besar. Mis  manos te acarician en el silencio de la noche, aunque tú no duermas aquí. Mi sueño inventado. Mi paraiso particular. Mi cuerpo ansía el color de tus besos, la caricia de tus  versos, tus ímpetus de frenesí. Millones de estrellas son testigo del tiempo que paso buscándote entre ellas. Pidiéndote en deseos. Maravillas de la fantasía, que me mantienen viva de día y me calientan de noche. Mágica imaginación la mía, que te trae deseoso de mis pupilas y ávido de mis pasiones. Morir en ti podría, en un vaivén eterno, o en una sola noche. 

Ardor frío

Rojo vivo.                Y yo muero. Arde el fuego.                Y vivo frío. Tu inmutable. Yo caprichosa.                      Mi espíritu curioso.                                                         Mi corazón indomable. Aspiro tu ausencia. Ya no huele.                                                  Escuece. Sólo el brío de la lumbre queda. Centella.                                                                  Arde. Este cuerpo quieto ya no se calienta.                                                             Se apaga.

Música suave

Música suave, mis ojos cerrados. Tus manos se posan sobre mis hombros, con aparente ternura. Pero en silencio comienzan a descender hasta mi pecho, aprisionando mis senos con firmeza para luego acariciarlos suavemente. Mi cuerpo se relaja. Un pellizco en la punta de mis pezones los endurecen y pone mi cuerpo alerta. Intento levantar mi cabeza, pero tu pecho me lo impide. Siento tu aliento en mi cuello y tu lengua lamiéndome hambrienta. Me giras. Tus manos sobre mis rodillas, abriéndome las piernas lentamente, como las cortinas de un telón, esperando una gran función. Mi sexo me delata, estoy excitada, húmeda. Sonríes satisfecho. Tus dedos se apoderan de mi sexo, arrancándome el primer gemido. Dos dedos, tres, cuatro, van abriendo mis labios al ritmo que mi vagina dilata. Más, te pido. Suplica me exiges. Ruego mientras me lamo los labios, saboreando tus deseos sobre mi cuerpo y mis piernas terminan de abrirse de par en par. Tu mano en

Ven.

Cuando en tus labios no queden pretextos y solo existan besos, ven. Cuando tus manos no carguen afanes, y solo tengan caricias, ven. Cuando tus ojos estén hartos de ver el horizonte  y quieran ver el infinito en los míos, ven. Cuando tus  pasos quieras descansar, ven. Cuando no tengas nada que decir y solo me quieras besar, ven.

El banquete

Un olor a vainilla, madera y sándalo se desprende de mis poros en una invitación a tomarme con todos los sentidos. Mis manos se deleitan de la tersa piel y de la sed de caricias que se desprenden al roce de los dedos. Paz y excitación al mismo tiempo. El aroma a azafrán invade el ambiente, producto de los hervores de mi intima cocina.  Mi propia efervescencia va en aumento mezclándose en un perfume de deseo, placer y sexo. Me recorro lento los senos y las puntas se endurecen, mordisqueables.  Teteros de fantasía que alimentan las ganas. Mis manos descienden por entre mi vientre y mis piernas se abren al calor, emanando bálsamos perfumados.  Suave el cuerpo e intensas las ganas. El agua burbujea, mis deseos arden.  Gozo tocándome, sin más ambiciones que las del placer de re-descubrirme hermosa. Entre mis dedos baila mi lengua. Mezclo sabores que deposito entre mis piernas.  Gemidos cocinándose desde las entrañas a fuego lento. Me veo como una fuente en medio de la mesa de un

Si pudieras.

Si pudieras siquiera imaginar remotamente la sensación en tu cuerpo cuando mis labios rocen tu piel y mi lengua la humedezca, estarías aquí. Si pudieras sentir la lluvia que del interior emana mi cuerpo, al descubrirse con el tuyo, no necesitarías el agua que cae del cielo, sabrías que el cielo son nuestros cuerpos y que la lluvia eres tú y soy yo. Si pudieras sentir el calor de nuestros cuerpos haciendo el amor, te tostarías al sol bajo las sábanas, enredado a mis brazos y a mi corazón. Si pudieras nadar entre mis aguas, el mar te parecería poco. Si pudieras probar mis besos,  llegarías y no te irías.

La búsqueda enamorada

Ya no puedo seguir aguantando esta vida en la que despierto pensando, soñando, en que quizás hoy sea el día en que mi mirada se cruza con la tuya. El día se me convierte en mil vidas, y al pasar las horas en ninguna te encuentro. No creas que soy una mujer sin fe. Despierto cada día como quien nace, viendo el brillo de la esperanza en cada nuevo rayo de sol.  Me arreglo el corazón y desnudo el alma, deseando la calma para cuando llegue tu amor. Y cuando en su mayor resplandor está el día, busco sin guía en cada desconocido la mirada del que quiero conocido. Observo en la gente sus  pasos, sus  manos, intentando reconocer algún rastro de  ti. Hasta que llega la tarde y con ella la duda de que en esta vida, llamada día, te cruces mi amor. La noche va cayendo y mis expectativas disminuyendo. Hasta que la luna, corona el cielo. Una vez más, encumbro mis ojos deseosos, que detrás de su brillo, tú también me estés buscando a mí.