No te recuerdo, ni puedo dibujar tu rostro en los ojos de mi memoria, no recuerdo tu nombre, ni el apodo cariñoso que te di mientras te imaginaba entre mis sabanas, desconozco los nombres que te regalaron tus padres, tus amigos de la infancia o tu primer amor. Poco importa. Para ser honestos, no sé de dónde eres, ni a dónde vas. Pero mi corazón tonto, cuando el fuego de la noche acaricia la luna, escucha que las olas le susurran, y sé que estas, en alguna parte, en alguna ola. Y vibro. Nazco. Me resucito. Te siembro los pies en mi tierra, para que existas, te traigo a la vida, te dibujo un cuerpo, un rostro, y te calzo zapatos y te visto y te pongo nombre y apellido, e imagino tus pasos y tus caminos, y te veo amaneciendo conmigo. Nos hemos besado las ganas sellando la suerte de encontrarnos. Despertamos el destino, ignoro si es el mio, si soy el tuyo, si somos el que nos corresponde. Botella, mar
Manjares y otros placeres