El fresco matinal en esta ciudad dura poco. No por eso no lo espero, no por eso no lo disfruto, no por eso no me le entrego con los ojos cerrados y el cuerpo desnudo.
Atrasa el reloj para dormir el pensamiento. Me mudaré cuando parezca despertar. Inmóvil en movimientos automáticos. Mecánica de sangre y huesos y carne rasgada y alma dormida. No urge vivir, ya se verá mañana.