A usted le haría el amor despacito, posándome encima suyo, escalándole el cuerpo desde las pantorrillas, descubriéndole los espacios suaves y los tensos, probándolo todo, sin verlo a la cara para no intimidarme. Acercaría mi oído a su pecho, para escucharle los latidos, le recorrería los dedos con toda la lengua, los chuparía uno a uno, sorbiéndole las cien mil horas escritas. Le recorrería con la punta de mi lengua los antebrazos siguiendo las líneas de las venas en un intento de explorar el ímpetu que le corre por cada una de ellas y que en cada palabra revela. Llegaría hasta sus hombros que se me antojan amplios, fuertes, seguros, y le besaría cada centímetro donde otros han palmeado agradecimientos, admiraciones, cariños o traiciones, para escurrirle miel y llenárselos de dulzura. Recorrería su cuello con pequeños y suaves mordiscos de mis labios por diversión, provocándole cosquillas y escalofríos, hasta llegar a su rostro y poder ver si es posible descubrir al hombre ínt
Manjares y otros placeres