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Mostrando entradas de octubre, 2014

Dejarme quiero.

Quiero querer. Quererte quiero. No dejarme, ni dejarte. Quiero. Dejarme entre muchos te quiero. Te quiero dejar que me quieras, sin que me quieras dejar. Dejarte que me quieras. Quiero. Me quiero querer dejar toda entre todo tu querer. Quiero, quererme y que me quieras. Quiero dejarme y que no me dejes. Aquí te dejo. Me dejo, te dejas, nos dejamos. Y así dejándonos sin dejarnos y queriéndonos querer,  quiero seguir queriendo.

Volvamos a empezar

Cuando la noche este en su luz más lujuriosa, cuando las estrellas griten amores, te invito a inventarnos de nuevo. A susurrarnos otros nombres, a reencontrar pasiones que nos permitan comenzar. Quizás en otra luna, la de mañana, nuestro encuentro pueda ser distinto. Vamos a ser desconocidos, cambiar de forma y dejarnos llevar. Sigo con el enigma de tus ojos y la promesa de tus manos que me llenan los antojos y me invitan a desearte una y otra vez. Que sea la segunda vez, la primera. No te olvido, no me olvides e intentemos ser, lo que no fue.

El regalo

Una llamada bastó para ponernos de acuerdo. Cuando se habla de sexo, siempre nos ha sido sencillo organizarnos en todo. Acordamos un punto medio, un viaje rápido. La misma ciudad y la misma suite de siempre. Sala, bar, comedor, una amplia habitación, jacuzzi y una espectacular terraza con vista a la ciudad. Cada espacio con sus recuerdos que me vuelven a humedecer de repasarlos. Medias rotas sobre el sillón de cuero de la sala, juguetes mezclados con botellas, vasos y copas en el bar, frutas estrujadas sobre la mesa de mármol del comedor y la sensación nítida de tu lengua lamiéndolas de mis nalgas y de mi espalda, mientras todo mi cuerpo se estremece al tenor de tu boca. Contigo, todo mi cuerpo es un néctar por dentro y por fuera. Vestido a penas ligeramente arriba de la rodilla, corseé y medias discretas, nada debajo de ellas. Tacones altos. A penas una ligera maleta con lo indispensable. Parezco más una ejecutiva que viaja a una reunión de trabajo, que alguien que

Exorcizando.

Exorcizando la luna ando. Exprimiéndole el corazón. Tendiéndolo como ropa al viento junto al mío, para que se le oreen los olores de viejos amores. Sonámbula el alma y perfectamente despierta, perdiendo la fuerza, desmenuzando nostalgias, descosiendo dolores. Mis brazos tiemblan. Más bien el cuerpo entero. Flojo y endeble. No puedo siquiera sostener el peso del cigarrillo. Cómo si en él cargara el mundo de pasados acumulados, los personajes de las historias inconclusas, los besos y abrazos de los adioses sin decir. Miradas, sonrisas y lágrimas se mezclan en imágenes imprecisas. Todas parecieran la misma, yo sé que son mil distintas. Pecados, vergüenzas, sinsabores, se quieren instalar en mi boca, pero no siento arrepentimiento. ¿Orgullo o gusto por mal vivir? Me estrujo hasta la última chispa de las fantasías que cumplí sin que me pertenecieran, de las noches robadas, de las bocas ajenas, de las ilusiones en la mirada. Me cala el alma de tantas gotas de agua que no