Sonó mi celular. De reojo vi que era un mensaje de mi amiga Ana. Desde la cama aún caliente, en medio de una mañana que ya se volvía tarde, lo abrí. “Revisa tu correo, te mandé los datos y los detalles de mi último plomero, creo que te puede resolver el asunto de la cañería, no hace más que el sucio indispensable, pero todo lo deja bien limpio después." Sin levantarme, despedí al carpintero que terminaba con el último trabajo de manera magistral. Había quedado completamente satisfecha. Escuché la puerta al cerrarse y marcando el teléfono del recomendado de mi amiga, llamé, concertando una cita para el día siguiente a punto de las nueve y media de la mañana. Di un trago al café ya frío, que me había dejado mi marido hace tres horas en el buró antes de irse a trabajar. Bostecé y me estiré aún entre las sabanas. Tomé de nuevo el celular y le respondí a Ana el mensaje: “Amiga, te mando los datos de mi último carpintero. Hace unos trabajos de tallado muy deli
Manjares y otros placeres