Despertó con la sensación de que
algo no estaba bien.
Nada parecía fuera de lugar. Pero todo
se sentía serenamente anormal, contrario a la angustia que su sexto sentido
alertaba.
¿Qué era lo que faltaba?
Palpó su cuerpo hasta llegar a su
pecho.
Ahogó un grito sordo y los músculos se le tensaron.
Una sensación de
absoluta derrota la invadió.
Se habían llevado su corazón... y esta vez sospechaba
que para siempre.
Increíble el anonimato. Hace imaginarte infinitamente cada vez que uno lee tus relatos. Saludos.
ResponderEliminarDivino... el anonimato alimenta la fantasía, y la fantasía nuestros placeres mas íntimos... Gracias por leerme Jeanpeare!!
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