Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2014

Esperando, no quiero morir.

No quiero morir esperando a encontrarme con tus labios y quedarme observando, esperando fantasiosa que de ellos salgan las palabras que he estado deseando. No quiero pero espero. Espero a veces ansiosa y otras sin esperanza, de encontrarme en esta vida observándote de frente, tomándote entre mis manos. Me angustio. Y me guardo mis zozobras en el silencio de mi ego. Y me castigo vigorosa por presuntuosa, porque espero. Pero dígame usted, amor mío, que hago para encontrarlo, si es condena de mi ego andar buscando sin buscarlo.

Dos o tres.

Recorriste las cortinas al tiempo que yo me despojaba de mi ropa, desnudándome a la vista de cualquier curioso. Tus ojos traviesos buscaron alguna mirada cómplice entre las ventanas vecinas. Y ahí estaba ella. Destellante. Candorosa. Mirándote fijamente. Dejaste caer tu bata de baño con descaro y aunque no alcanzabas a ver sus pupilas, sabías que se dilataban para ti. Me atrajiste hasta la ventana, tomándome por atrás. Apartaste mi cabello de los hombros, dejando mi cuello al descubierto y comenzaste a besarme, con la mirada fija en ella y la de ella en nosotros. Besaste mis pecas con dulzura, lamiéndolas, mordiéndolas, saboreándolas poco a poco, mientras acariciabas mis senos con firmeza, pellizcándolos, provocándome un primer quejido. Sentí como tu sexo despertaba con rapidez apretado contra mis nalgas. Me humedecí. Tus caricias despertaban con avidez mi cuerpo, calentándome la piel por fuera y por dentro. Y entonces la vi. De pie como una estatua griega de por

No voy a morir de amor.

No me voy a morir de amor, aunque parezca. Porque escucho el pájaro que anuncia la primavera cantar en mi corazón. No me voy a   morir, aunque lo quiera. Porque siento el amor que nace en mí como peonia en flor. No me voy a morir, aunque padezca. Porque me dieron a beber un poco de esperanza. No me voy a morir, aunque merezca. Porque aún ronda un alma en los andares de este mundo, que desea lo mismo que yo.

¿Dónde quedaron tus ganas?

¿Dónde quedaron tus ganas de mí? ¿En el cajón de las mentiras o en la de los sueños sin cumplir? ¿Dónde quedó tanto deseo, tantas caricias que no recibí? ¡Donde la poesía que tu tenías para mí! Mi cuerpo aún tiembla de ganas y mi alma arde en llamas de tus besos, de tu boca, de tus manos sobre mí, fuertes y aterciopeladas, como me las he imaginado sin fin. ¿Se extraviaron tus caricias, o solo se diluyeron en algún rincón entre el tiempo y la distancia? Ya no las oigo. Ya no las veo.  Decoloradas las siento entre la duda y el deseo. [Dime dónde te veo para que me lo expliques a mí]