Aún ante el más ínfimo e inocente pensamiento de ti, no puedo evitar que el caribe se me instale entre las piernas, cálido, húmedo, ardoroso. Y es que pareciera que a mí todo me urge cuando se trata de estar contigo. Me urge sentir tus labios con los míos, sentir que bajen y se escurren hasta el infinito. Colorido. Profundo. Escurrido. Tu mar conmigo. Me urge romper las olas y sentirte en mi ombligo. Tu lengua serpenteando mares y mares en mi lengua abrigo. Urge y no urge nada. Deseos que nada urgen y ganas que todo lo apuran. Y cuando al fin contemple, tu espalda cansada sobre la playa de sábanas, urge que el tiempo no apremie, que no pase nada, que todo se quede entre la arena blanca.
Manjares y otros placeres