Lo ladino del destino

Suéñame despierto y víveme en tus sueños, que así la fantasía no se acabará ni en mil y una noches.

Se lo dejé escrito en el espejo del baño antes de irme. Tenía miedo de enamorarme, pero rara vez se da uno cuenta de que ya es demasiado tarde, hasta que el corazón te estalla de extrañar

Confieso. Que yo solo quería jugar a extrañarlo. Fantasear con verme suya y pregonar al viento que era mío. ¿Pero quién puede contra el destino? Y el destino, nos traía de encargo desde que nacimos.

Por años había podido burlar su escolta, hablo por mí. Pero justo cuando más seguro te sientes que ya cupido no te pisa los pasos, te lo encuentras mirándote de frente y burlándose como niño travieso en tu cara. Divertido.

¡Qué alguien me explique en dónde se colocan las quejas de amor!

Porque de amor nadie se muere, dice el tango, pero te sientes como en el cadalso.

¡Un poquito de compasión!, aclama la voz de mi alma, que no guarda calma, desde que se cruzó con tu voz. Y aquí estoy, perdida en las manecillas del reloj, esperando con esperanza a no morir de amor.

Quiero creer, que el destino por muy ladino, no puede ser malvado. No puede darme de beber manjares, para luego matarme de sed. ¡Me rehúso, lo rechazo!

Tic, tac. Escucho. Tic, tac. Me ata.

El reloj sigue marcando y marcándome la vida el tiempo, que paso sin tus pasos, que vivo sin tus besos.

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