Ganas de
tus palabras aderezadas con tus labios o
acomodadas lentamente como caricias sobre mi piel.
Mi cuello
ansioso de susurros que no dicen nada, pero saben a deseo. Mientras que el alma
reposa calmosa en las nubes del amanecer.
Con mi olfato
recorrerte el cuerpo quiero. Despacito. Sin rozarte. Solo lo suficientemente
cerca para reconocerte los aromas, que
también son míos.
Entretejer las
yemas de mis dedos entre tus cabellos, sueño. He hilvanar caricias que se
antojan infantiles de tan sutiles.
Mirarte a los
ojos, hasta reflejarme y verme hermosa.
Acomodar mi
cabeza en tu pecho, cerrar los ojos, y
escuchar la eternidad en tus latidos.
Decirnos todo a
silencios, hasta que se nos hagan cómodos y hable solo la piel y el alma de los
dos.
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