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Mostrando entradas de mayo, 2013

Detrás de la pared.

Detrás de la pared, ella. Mi hermana gemela, mi otro yo. Jadeos y gemidos arañándome los oídos. Deleitándome la piel a través de la vivencia de su piel. Sus sensaciones y placeres viviéndolos como míos. En una deliciosa fantasía. Recreo el momento a través de lo que escucho, queriendo vivir las caricias de él. Imagino sus manos recorriendo su suave y delicada espalda y su virilidad sintiendo la humedad de su entrepierna. La mía. Sus bocas uniéndose entre lengüetazos y mordidas. Susurros que se regalan a escondidas. Sensaciones encontradas. Celos y placer tocándose las puntas de los dedos en mis entrañas. Me dejo llevar por el cumulo de sentimientos. Y me abandono. Dolor, temor, deseo. Todo es gozo. Mis manos se desesperan sobre mi piel. Quisiera poder tocarlos. Me toco. Lamer sus cuerpos sudando deseo. Chupo mis dedos y los mojo en la humedad de mi imaginación que brota entre mis piernas. Un grito agudo de mi hermana, que es como mío, aumen

Misterios y fantasías.

Ella era un misterio, desde su nombre hasta su identidad. Un juego. Nadie sabía de dónde venía y cada uno imaginaba y suponía. Una fantasía. Se convirtió en deseo y en la compañía nocturna de muchos placeres. Le halagaba y excitaba saberse tan deseada. Y al mismo tiempo le parecía una ironía ser tan normal. Un día, ella creía, que aparecería el que sin muchas preguntas descubriría su identidad, conquistando a la mujer detrás del misterio. Más allá de la miel. Y entonces, cerraría cualquier idea de revelar el rostro detrás del disfraz. Dejando que la fantasía se hiciera leyenda, entre medias, encajes y perlas.

Un trío.

Cerré los ojos y le pedí un deseo al cielo que empezaba a oscurecerse en mi día, y apareciste iluminado de estrellas. Me enamoré de ti y de la noche en que te conocí mientras tejíamos sueños despiertos en nuestros cuerpos desnudos. La luna llena, redonda y apasionada nos   observaba enamorada. Ambiciosa del amor que nos besábamos. Le vi las ganas de ahogarse en el brillo de la mañana y obligarnos a despertar de los sueños que nos dábamos. Sin pensarlo, la atrapé entre mis manos y la até a mi cuerpo de un abrazo, susurrándole al oído palabras de amor para que no se fuera, para que no huyera. Le invité de nuestra complicidad y nos hicimos trío. Entregándonos el todo, en un pacto prohibido. Testigos fieles, mi cuerpo y ella, de la explosión de estrellas que tus besos producen en medio de mis piernas.   Me abrí y te incité a seguir, a continuar besándome cada pedazo de mi piel, mientras yo le hago el amor a ella.

Tu instrumento.

Me tocas y mi cuerpo se vuelve música. Tus manos expertas saben cada nota de mi piel. Artista haciendo suyo mi cuerpo, como instrumento con el que crea las mejores sinfonías o dejándome completamente en silencio. Extasiada. Monta en mí todas tus notas. Fantasía con la música de mis gemidos por ti. Transfórmame mi pequeño gran artista, en tu eterna obra perfecta.

Eres mio.

Morbosamente me observas. Me vuelvo deliciosa ante tu mirada. Apetecibles tus deseos   que imagino al advertir la manera en la que me ves desnudarme frente a ti. Dejo fuera la ropa de trabajo y con ella tiro al suelo a la exitosa mujer   ejecutiva. Quedándome solo con el instinto que habita la capa más próxima a mi piel. Ligeros, medias de encaje, corsé y tacones. Mi lengua lamiéndose los labios. Tu mirada dilatada, tu sexo excitado. Amo las reacciones que te provoco. A gatas llego hasta a ti. Comienzo lamiendo suavemente la punta de tus pies. Introduciéndolos en mi boca después. Tu mano tomando mi quijada, apretándola y llevando tus dedos hasta mi garganta. Un cruce de miradas cómplices que aumentan la excitación y el deseo de más. Lamo la palma de tu mano hasta llegar a la muñeca. Succiono suavemente, como un vampiro a su presa. Relamiéndome los labios cada vez mas excitada del sabor de tu piel en mi boca. De nuevo tu mano se hace presa de mí, llevándome hast

Sin terceros.

Distancia que no produce olvido y multiplica deseos. Espacio que agranda nuestras ganas de encontrarnos. Encuentros clandestinos tan deseados. Deseos pervertidos de tenernos. Fantasía de poseernos en cada rincón, en cada superficie. Todo es secreto a plena luz del día. Nos vestimos de otros para recogernos. Jugamos otros papeles, actuamos otras historias. Pero desnudos, somos solo nosotros, tu y yo. Sin terceros.

Ganas desbordadas.

Mi ropa ligera y las medias cubriendo mis muslos de un fino encaje te llenaron de excitación. Una hermosa bienvenida, después de un día cansado, me dijiste, mientras me besabas llenando con tu lengua la humedad de mi boca. Tus manos acariciando mis nalgas bruscamente. Había encendido tu apetito. Excitante. Con cara traviesa y tomándote de la mano, caminé rumbo al dormitorio. Pero tus ganas se desbordaron en las escaleras tomándome por sorpresa por detrás. Me dejé poseer. Excitada, te provocaba levantando mis caderas, deseosa de dejarte entrar más. El piso frío, tu cuerpo sobre el mío y tus deseos   enterrándose fuertemente en los míos. Dolor y placer goteando en los mismos cuerpos, que nos trajo el final de un delicioso principio nocturno.

No te pido perdón.

No sé si soy buena o mala, pero   me gusta provocarte. Te seduzco con la mirada y con el cuerpo, sin dejarte saber si seré tuya o no. Logro desesperarte y me recriminas, nalgueando mi trasero con más deseo que   fuerza. Notas tus   manos marcando la blanquísima piel de mi trasero y lo lames en un acto de ternura pura. Me río y tus dientes se clavan en mis nalgas recordándome tu autoridad. Me muerdo los labios para no gritar y un jadeo se escapa de mi boca. La excitación nos empaña la razón, llenándonos de pasión desenfrenada. Rasguño tus muslos y veo tu sexo brillar garboso. Rasguñas mi espalda y grito escapando de tus manos, que intentan alcanzarme con fuerza. Tus ojos lanzan llamas, pero mi mirada te detiene. Mi rostro inocente te desconcierta. Bajas la guardia. Sonrío maliciosamente. Me ves hincarme. Y no será para pedirte perdón. Si no para llevarte al paraíso.

Vainilla y Chocolate

Blanco y negro tu nombre y el mío. Chocolate derretido, dibujando figuras en mi piel de vainilla. Tus ganas y las mías con el mismo nombre. Deseo. Convertido en negras perversiones, enterrándose en la blancura de mi piel. Sabanas negras de seda en medio del claro espacio de nuestra habitación. Testigos silenciosos de nuestras ganas. Tu blanco escurrir goteando la oscuridad de mi entrepierna. Orgasmos que se quedan en la memoria, tatuados en blanco y negro.

Días para recordar.

Para G. Aún puedo verte sonriendo. Tus ojos reconociendo los míos y haciéndolos tuyos. Te entregaste   desde el primer abrazo y me desarmaste con el primer beso, fundiéndonos en un mismo sentir. Desesperados por descubrirnos nos fuimos desvistiendo, con los ojos y con las manos, hasta dejarnos desnuda la carne y los sentidos. Me tomaste el cuerpo, el corazón y el alma en un mismo acto, con un te quiero y mil caricias que se quedaron grabadas en mi piel. Bendito atardecer. El reloj se detuvo a las 5 de la tarde, en una tregua para disfrutarnos del amor mas allá del tiempo. Primavera y verano se entretejieron en el otoño, dejando sentimientos en retoño y pasiones colmadas de sol. Pacientemente y con furia nos bebimos el alma a sorbos largos, nos desayunamos el cuerpo y nos arrullamos el espíritu, bañándonos la soledad de compañía. Nos dimos de comer hasta saciarnos. Y nos volvimos uno por un momento, preguntándonos por un futuro aún incierto. Abrazos largos, acompaña

Escribeme

Me puse a inventar historias mientras tú las contabas en mi entrepierna usando solo tu lengua. Nada pensaba. Solo sentía. Mi piel despedía saliva por cada uno de los poros y el corazón gritaba gemidos entre suspiros. Abierta de par en par mi alma desnuda escurría letras que intentan escribir poemas. Cada renglón un beso. Cada beso un gemido. La batalla de un escritor sin tinta, pero con todo un cuerpo y mil lenguas para escribir. Color y vacío. Todo y nada soy. Dependo de tus manos y de tus ganas. Deséame, revíveme. Escríbeme mil historias. Todas con final feliz. Todas dentro de mí.

Morir de amor

Poética historia la nuestra. Desde nuestro primer encuentro hasta la despedida sin adiós. Todos los recuerdos se entremezclan, sin estar segura de que fué lo que paso. Construiste para mí pieza por pieza, castillos que en el aire se quedaron. Me susurraste palabras aterciopeladas que aún acarician mi piel enamorada. Bellos días. Bellos recuerdos. ¿Bellas mentiras? Tus besos se quedaron hilvanados con hilos de caricias en mi alma. Intactos. Los dejé a la vista como adornos para no olvidarlos, pero sin intención de usarlos. ¿Lo habrá inventado todo mi mente hambrienta o fue mi corazón loco? Poco sé. E importa poco. Por ahora, permíteme vida, cerrar los ojos y morir de amor un poco.